Según el Diccionario de la Real Academia Española, el término ansiedad proviene del latín ‘anxietas’, refiriendo un estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo, y suponiendo una de las sensaciones más frecuentes del ser humano.
En el lenguaje cotidiano nombramos ‘ansiedad’ para hablar de nervios o incluso de impaciencia.
La ansiedad es una parte de la existencia humana, todas las personas sienten un grado moderado de la misma, siendo ésta una respuesta adaptativa.
Si la ansiedad supera la normalidad en cuanto a intensidad, frecuencia o duración, o bien se relaciona con estímulos no amenazantes para el organismo, y provoca manifestaciones patológicas que interfieren con el desarrollo normal de la vida, se considera enfermedad mental. Ansiedad y depresión están íntimamente relacionadas.
Según fuentes de la OMS:
• La depresión continúa ocupando la principal posición entre los trastornos mentales, y es dos veces más frecuente en mujeres que hombres.
• En España, más de un millón de personas tiene un trastorno mental grave y se estima que 1 de cada 4, es decir, un 25% de la población, tiene o tendrá algún tipo de problema de salud mental a lo largo de su vida”. En concreto, la ansiedad, afecta a 1,9 millones de personas en España (el 4,1% de la población)
La ansiedad es desconocida o no se entiende por la mayoría de la población. De hecho, yo conocía la palabra y los síntomas, aunque no comencé a comprenderla, hasta que empecé a sufrirla yo misma.
La ansiedad a nivel físico, es como estar enchufada a la red eléctrica día y noche, la boca tan seca que se hace imposible tragar bocado, la sensación de hambre se ausenta de tu vida. Te asedia un insomnio salvaje que deriva en varias noches en blanco de forma continuada. Te resulta imposible permanecer quieta, hacer ejercicio físico o practicar técnicas de relajación te pueden ayudar un poco de forma temporal, pero enseguida el bicho comienza a devorarte de nuevo.
A nivel psicológico, es la peor sensación que jamás haya tenido, padeces un miedo continuo por actos que en estado normal son insignificantes, lo que deviene en tristeza, sentimiento de inferioridad o debilidad. Pierdes completamente la capacidad de concentración, no disfrutas de una buena película o un libro, ni de los amigos, ni de tus aficiones , de nada…sólo te sientes desamparada, y necesitas la ayuda y el cariño de los tuyos, necesitas desesperadamente que te rescaten, que te liberen… sólo quieres sentirte bien, irte, disiparte, desvanecerte…
Con este trabajo, espero hacer entender, aunque sea ligeramente, lo terrible, insoportable e incapacitante que es esta dolencia, la cual sufren millones de personas, normalmente en silencio por el miedo al estigma social, intentando evitar ser absolutamente incomprendido o que te tomen por loco.